“Llego a casa a las 7 de la noche, agotada y sin ganas de pelear con mi hijo. Mejor le dejo que haga lo que quiera y tenemos la fiesta en paz”
¿Has pensado alguna vez eso? Seguro que sí. Ser mamá en estos días es bien complicado: madrugamos mucho y entramos en una maratón diaria que no cesa hasta volver a la cama. Pasamos mucho tiempo fuera de casa y evitamos usar el poco tiempo que tenemos con nuestros hijos en sermones, discusiones o peleas.
Les invitamos a esta lectura para poner unos límites razonables, llevarlos a la práctica y conseguir que el tiempo con nuestros hijos sea 100 % de calidad.
¿Por qué necesitan límites las niñas y los niños?
Los límites demuestran al niño que lo amamos y nos preocupamos por él, y cuando los usamos de manera adecuada les generamos sensación de seguridad.
Los límites se pueden plantear desde pequeños a través de las rutinas que realizamos con ellos. Los niños no necesitan que sus mamás se conviertan en sus amigas, si no que sean las personas que los guíen en la sociedad, a través de una comunicación constante, respetuosa y clara, es decir las cosas como son, sin rodeos.
No es fácil poner límites, requiere conocer mucho a nuestro hijo, observarlo, escucharlo, ser comprensivo entendiendo que es un proceso y que los cambios no son de la noche a la mañana.
¡STOP! ¿Y cómo lo hago?
1-. Establecer una lista realizable de límite, evitando la frustración e impotencia en el niño por exigirle algo que no puede realizar.
2-. Los límites se deben adecuar al desarrollo del niño, por ejemplo, podemos pedirle a un niño de 10 años que no se levante de la mesa antes de acabar de comer, pero un niño de dos años difícilmente podrá cumplir con ese límite, más bien tendríamos que enseñarle a que pida permiso si quiere levantarse.
3-. Los límites deben emplear un lenguaje claro y corto, de manera que el niño lo entienda. Usualmente pedimos a los niños que “se porten bien” cuando vamos a alguna reunión, pero ese mensaje no es claro, tenemos que aclararle al niño que portarse bien sería: caminar lento entre las mesas, hablar bajo para no molestar, etc.
4-. Los límites deben transmitirse con amabilidad pero con voz firme. Debemos estar físicamente cerca y a nivel del niño, manteniendo una postura corporal y expresión facial que acompañe el mensaje verbal. De nada sirve que digamos a nuestro hijo que no diga una mala palabra con una sonrisa en la cara.
5-. Los límites deben ser iguales si el niño está con mamá, con papá o cualquier otro adulto que lo cuide. De no ser así, confundimos a los niños con mensajes contradictorios y les obligamos a que busquen a aquella persona que les cumple su deseo.
6-. Los límites deben ser persistentes, es decir, que se mantengan en el tiempo. Otra forma en la que confundimos a nuestros hijos es cuando cambiamos los límites, respondiendo a nuestros intereses. Por ejemplo: la norma es que el niño no mira tele antes de dormir pero los días en que dan mi programa favorito esa norma no se cumple.
Y uds mamitas, ¿cómo establecen límites?
Estamos siempre leyendo sus comentarios y emocionadas por compartir mucho más, recuerden que pueden escribirnos cualquier consulta que tengan al siguiente correo: madpsicologas@gmail.com nos leemos pronto!
Tamara y Marta
Psicólogas infantiles